Mi experiencia a tu servicio

Soy Àngels Córcoles, médica psicoterapeuta y coach transpersonal. Me dedico a ayudar a las personas a rehacer su vida después de una relación tóxica.

Nací en una familia tóxica. Me llevo 14 y 11 años con mis hermanos. Cuando mi madre ya no quería tener más hijos aparecí yo. En mi embarazo empezó a presentar el síndrome de Menière (vértigos con caída al suelo) y siempre daba a entender que estaba enferma por mi culpa.

Cuando has nacido en una familia así aprendes que por supervivencia no puedes expresar lo que sientes ya que tus necesidades emocionales serán calificadas de debilidades y te culparán de todo. Tuve asma bronquial, alergias, eccemas y anginas de repetición. El eccema tiene que ver con el contacto emocional y en mi caso estaba distorsionado y era doloroso.

Tanto mis padres como mis hermanos me hacían la vida imposible. Pero yo quería estudiar medicina y tenía que aguantar.

En este contexto me eché un novio nueve años mayor que yo. Necesitaba una válvula de escape, pero lo que sucedió fue que esta persona era tan tóxica como mi familia.

No fui capaz de detectarlo porque era a lo que estaba acostumbrada. Además, no tenía a nadie que me dijera que lo que estaba pasando no era amor.

Quería dejar la relación pero estaba enganchada

Él me manipulaba de tal manera que no podía dejarlo. Me sentía enganchada. Cuando terminé la carrera me casé con él y tuve dos hijas, que ya son adultas.

Estaba muy deprimida. Había hecho un esfuerzo muy grande para terminar la carrera, pero no me veía con fuerzas para hacer el MIR.

Estudié psicoterapia psicoanalítica. Hice inmumerables cursos, un postgrado de terapia de pareja y familia, un postgrado de psicopatología y los cursos del máster de psicoterapia psicoanalítica.

Me incorporé a grupos de lectura de Freud, Klein y Kohut. Hice tres psicoanálisis personales, con tres psicoanalistas diferentes. En total 15 años. Y dos terapias de pareja.

Dos décadas de experiencia en psiquiatría infantil

Trabajé 20 años en el Hospital de Sant Joan de Déu de Barcelona, en el servicio de Psiquiatría Infantil del Centro Residencial El Garraf/Can Rubió. Allí vivían adolescentes tutelados por la Generalitat con patología psiquiátrica grave.

Estaba en medio del campo, cerca de las vías del tren.  A causa de moobing enfermé y dejé el hospital. Aquí terminó una etapa de mi vida.

Siempre compaginé mi carrera con mi despacho profesional donde atendía a parejas, familias, adolescentes y personas adultas.

A nivel personal me sentía mal. Seguía deprimida. Tenía ataques de asma y eccemas en los antebrazos y manos, que me salían coincidiendo con las humillaciones recibidas, o edemas oculares, cuando me resistía a ver lo que estaba pasando.

Cuando me di cuenta de lo que estaba sucediendo, dejé la relación. Otra etapa concluía.

Maltrato emocional

Iba explicando lo que me sucedía a mis compañeros y a mis psicoanalistas. Nadie me habló de que estaba en una relación de maltrato emocional. A nadie le pareció nada extraño. Lo que yo explicaba era interpretado como que yo era emocionalmente débil.

Finalmente, alguien “por casualidad” me sugirió el monólogo “No solo duelen los golpes” de Pamela Palenciano, que os recomiendo encarecidamente. Dura una hora. No paré de llorar.

A partir de aquí empecé a estudiar la perversión narcisista (estructura de personalidad de mi ex pareja y de mi familia) y entendí lo que estaba sucediendo.

¿Qué pasa cuando tienes una pareja perversa narcisista? Que te sientes mal pero no puedes reconocer de dónde te viene el malestar.

La travesía del desierto

El primer año estuve muy triste. Echaba de menos mi casa, mi perra y la vida que había tenido hasta entonces. También me preguntaba por qué no me había ido antes.

Transité mis miedos: a no ser capaz de tirar adelante sola, a no ser capaz de rehacer mi vida.

Esto me hizo conectar con mis cualidades y mis capacidades, haciéndome más consciente, si cabe, de que todo aquello que me habían estado diciendo toda la vida no era cierto.

Igual que en el desierto hubo momentos muy duros, tuve otros de una gran belleza. Y un gran aprendizaje.

Aprendí a relacionarme conmigo de otra manera, pensando en mi, valorando lo que sentía, poniendo límites y dejando de querer gustar a las demás personas. Era yo quién tenía que aceptarme, no el resto de la gente.

Ayudando a otras personas

Empecé a recibir mujeres y algunos hombres en la consulta en la misma situación. Algunas, como yo, habían ido a terapeutas y no se habían sentido entendidas. Ya me había dado cuenta de que esta problemática era desconocida por los profesionales psi, produciendo un efecto de retraumatización.

Me titulé como coach transpersonal, estudié el tema a fondo, leí infinidad de libros, vi un montón de vídeos, recogí lo que estaba transitando y observé a mis pacientes.

Con todo este aprendizaje adapte mi conocimiento y mi técnica para ayudar a las personas a rehacer su vida después de una relación tóxica.

Mi objetivo es ayudar a todas las personas que se encuentran en una relación de pareja tóxica a contar con herramientas para reconocer y superar su situación.  A mi me hubiera gustado tenerlas a tiempo.