En este artículo te voy a explicar las características principales de una relación tóxica.
Suele empezar con un “enamoramiento de película”. Tienes la sensación de haber encontrado tu media naranja. La persona tóxica te hace hablar mucho al principio, de manera que sin darte cuenta le cuentas tus traumas, tus anhelos y tus deseos. Se presenta entonces como la persona ideal que estabas buscando. Hay un bombardeo de amor y te sientes la Reina del Universo. Te dice que todo lo que haces lo haces bien y eres maravillosa!
Esto produce un espejismo en la relación con el efecto de una droga. Cuando la persona tóxica muestre su verdadera cara, vas a recordar esta etapa una y otra vez, con la ilusión de que puedes volver a ella.
A pesar de toda esta maravilla, el lobo muestra su patita de manera discreta, pero tu lo justificas y no le das el valor que tienen estas señales.
Cuando ya estás enganchada, la actitud de tu pareja empieza a cambiar y paulatinamente los elogios se vuelven reproches, cuando no insultos directamente.
Empiezas a sentir un malestar que difícilmente relacionas con tu relación de pareja. Al contrario, rechazas la idea de que una relación tan maravillosa pueda ser la causa de tu infelicidad.
Puede ser que empiece a triangular con su ex pareja, con amigas o compañeras de trabajo. Este flirteo estimula tu inseguridad, y te muestras aparentemente celosa, cuando no lo habías sido antes. En realidad se trata de la dependencia que este comportamiento produce en ti.
Te hace regalos que te dejan insatisfecha y lo interpretas como que no sabes valorar lo que hace por ti. Son regalos que tienen un punto de humillación o no se corresponden con lo que le habías pedido, de manera que lo que sientes es frustración.
Delante de la gente da una imagen de persona enamorada, y los malos tratos aparecen en la intimidad. Cuando estáis a solas dice o hace algo que te va crispando y cuando estáis acompañados utiliza una palabra-gatillo, anodina a oídos de la gente, que te saca de quicio y montas un pollo. Quedas como una persona desequilibrada. De manera descarada o sutil sufres una campaña de difamación. Como los demás han visto “como te ponías”, pierdes toda tu credibilidad a sus ojos. Cuando cuentas lo que sucede en casa la gente no te cree. Te toman por insatisfecha, neurótica o inmadura.
Te insinúa o te dice abiertamente que todo lo que haces está mal y que no sirves para nada. Todo lo que no funciona es culpa tuya. También que la relación vaya mal. Desconfías de tu criterio y le necesitas para tomar cualquier decisión. A veces piensas que lo que percibes en la relación “te lo estás inventando”. Cada vez te sientes más dependiente de él. No reconoce tus méritos y cuando son evidentes los minimiza. Si tienes algo importante te deja colgada. Te manipula de manera tan sutil que tardas mucho en darte cuenta. Cada vez haces menos cosas por y para ti. Has acabado organizando tu vida en función de la otra persona.
De manera descarada o sutil ha ido apartándote de tu círculo de amistades o familia. A veces criticándolos abiertamente o diciendo que se quieren aprovechar de ti. El resultado es que de manare progresiva has ido apartándote de ellos. Sientes una profunda soledad, y un gran sentimiento de culpa.
Las descalificaciones delante de los hijos son constantes. Puede ser que los hijos te perciban como la persona débil y repitan el tipo de relación que su padre tenía contigo. O que se den cuenta de lo que sucede y estén a tu lado.
Las relaciones sexuales pueden ser muy buenas o insatisfactorias. Cuando son muy buenas es para mantenerte enganchada. Cuando son insatisfactorias puede ser porque solo piensa en él, siendo una manera de manifestar el mal tato. O porque presenta algún tipo de disfunción sexual, como la eyaculación precoz o la impotencia de la que no se hace cargo.
Te sientes insegura en la relación. Nunca sabes cuando habrá una bronca, te dejará plantada o pasará algo que te hará sentir mal, por eso no quieres volver a casa por la noche. Las broncas se producen por cualquier cosa. A veces no sabes como han empezado. Los días en los que tu eres protagonista hay ración doble de bronca. Estás atrapada en la relación. Quieres salir pero no sabes como.
Cada vez sientes más ansiedad, angustia, y sufrimiento. Te sientes infeliz y deprimida. Cada vez sientes más inseguridad y tus autoestima está más baja. Estás enferma todo el tiempo. Te has convertido en “la pupas”, ya que no paras de tener “cositas” más o menos graves.
Te das cuenta que la relación no funciona y empiezas a explicarle que algunas de sus actitudes te hacen daño y te sientes infeliz. Crees que lo hace sin querer, y si se lo cuentas cambiará de actitud y podréis volver a estar como estabais al principio. En este escenario pueden suceder dos cosas. Si te ve muy apurada, a punto de marchar, afloja y hace ver que te ha entendido. Después de una situación de violencia física, emocional o simbólica hay un arrepentimiento formal y una “luna de miel”. En este momento crees que se ha “dado cuenta” y que la próxima vez será diferente, bajas las defensas y confías. Hasta que se produce un nuevo episodio. En realidad es una estrategia porque sabe que si sólo hay mal trato no lo vas a soportar. Es el círculo vicioso del mal trato.
Cuando se da cuenta que has tomado la decisión en firme, reduplica el mal trato. Se quita la careta y actúa al descubierto. Puede llegar a haber amenazas o a agredirte físicamente.